(El mural es de Luxor Magenta)
Por segunda vez, ante la numerosa indiferencia de los muchos, la voluntaria incomprensión de los pocos i el gozo espiritual de los únicos, alegramos con versos las paredes.
Volvemos a crucuficar nuestros poemas sobre el acaso de las miradas.
Esta manera de manifestar nuestra labor ha sorprendido; pero la verdad es que ello -quijotada, burla contra los vendedores del arte, atajo hacia el renombre, lo que queráis- es aquí lo de menos. Nuestros versos son lo importante.
Aquí los dejamos sangrantes de la emoción nuestra, bajo los hachazos del sol porque ellos no han menester las complicidades del claroscuro.
Ningún falso color va a desteñirse, ningún revoque va a desprenderse.
Los rincones i los museos para el arte viejo i tradicional, pintarrajeado de colorines y embarazado de postizos, harapiento de imágenes i mendicante o ladrón de motivos.
Para nosotros la vida entusiasmada i simultánea de las calles, la gloria de las mañanitas ingenuas i la miel de las tardes maduras, el apretón de los otros carteles i el dolor de las desgarraduras de los pilluelos, para nosotros la tragedia de los domingos i de los días grises.
Hastiados de los que, no contentos con vender, han llegado a alquilar su emoción y su arte, prestamistas de la belleza, de los que estrujan la mísera idea cazada por casualidad, tal vez arrebatada, nosotros, millonarios de vida y de ideas, salimos a regalarlas en las esquinas, a despilfarrar las abundancias de nuestra juventud, desoyendo las voces de los avaros de su miseria.
Mirad lo que os damos sin fijaros en cómo.
Por segunda vez, ante la numerosa indiferencia de los muchos, la voluntaria incomprensión de los pocos i el gozo espiritual de los únicos, alegramos con versos las paredes.
Volvemos a crucuficar nuestros poemas sobre el acaso de las miradas.
Esta manera de manifestar nuestra labor ha sorprendido; pero la verdad es que ello -quijotada, burla contra los vendedores del arte, atajo hacia el renombre, lo que queráis- es aquí lo de menos. Nuestros versos son lo importante.
Aquí los dejamos sangrantes de la emoción nuestra, bajo los hachazos del sol porque ellos no han menester las complicidades del claroscuro.
Ningún falso color va a desteñirse, ningún revoque va a desprenderse.
Los rincones i los museos para el arte viejo i tradicional, pintarrajeado de colorines y embarazado de postizos, harapiento de imágenes i mendicante o ladrón de motivos.
Para nosotros la vida entusiasmada i simultánea de las calles, la gloria de las mañanitas ingenuas i la miel de las tardes maduras, el apretón de los otros carteles i el dolor de las desgarraduras de los pilluelos, para nosotros la tragedia de los domingos i de los días grises.
Hastiados de los que, no contentos con vender, han llegado a alquilar su emoción y su arte, prestamistas de la belleza, de los que estrujan la mísera idea cazada por casualidad, tal vez arrebatada, nosotros, millonarios de vida y de ideas, salimos a regalarlas en las esquinas, a despilfarrar las abundancias de nuestra juventud, desoyendo las voces de los avaros de su miseria.
Mirad lo que os damos sin fijaros en cómo.
Revista Prisma, Buenos Aires, N° 2, Marzo de 1922.
(Este texto fue publicado sin título)
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