En aguas turbias, contra la corriente, en el ojo de la tormenta, contra viento y marea, con el agua picada, con la bandera de prohibido. Nadar la noche mar adentro, entre lágrimas de café, entre sopas de letras, sin borde sin garganta, sin fondo sin techo, sin tubo de oxígeno, sin salvavidas. Decime, noctiluca en baja tensión, ¿qué aguas tan serenas te han traído, en remolinos, hasta este puerto de mujeres desiertas; de hombres cansados bordeando la costa con la luna, que es sabia y que es sola, pegándole en la espalda?. ¿Sabés acaso que tu sombra es apenas el borrador de lo que puede ser? ¿Que la escriben los poetas con la noche al lado? ¿Que la cantan trovadores malditos? ¿Que tu sombra respira, se alimenta, se estremece, cuando caminan los versos que gritan narradores seriales? En bares, en calles, en horas de insomnio, lecturas atrasadas y facturas vencidas. Nadar la noche contra el día, contra este día, sabiéndote...